martes, 24 de julio de 2012

Federica Montseny y el anarquismo zalameño.

El movimiento anarquista español pasó, desde sus inicios a finales del siglo XIX, de un sin fin de organizaciones obreras desorganizadas y descentralizadas por todo el panorama sindicalista español a la implantación de un anarcosindicalismo fuerte, organizado y bien estructurado a nivel nacional a principios de la década de los 20, y sobre todo, muy activo, en los albores de la Segunda República. Durante los años anteriores al régimen republicano obtuvo uno de los papeles principales, sobre todo dentro del panorama  de lucha obrera, motivo que le enfrentó de forma directa con el sindicato socialista UGT.  A finales del siglo XIX, sobre todo a partir del año 1899, el anarquismo andaluz experimentaría una gran recuperación, gracias al movimiento sindicalista, que poco a poco iría implantando las tesis anarquistas en los campos de Andalucía.

En el año 1910 se culminaría con la constitución de CNT  (Confederación Nacional del Trabajo), sindicato de fuerte implantación anarquista, cuyos principales objetivos  eran aquellos que el anarquismo internacional promulgaba: la consecución de la sociedad libertaria y el triunfo de todas las demandas de la masa obrera. Las nuevas tesis cenetistas no llegarían a Andalucía de forma directa, puesto que las luchas internas entre anarquismo puro y anarcosindicalismo en la región ralentizaron este hecho. No obstante, a medida que los primeros adoptaron las teorías de los segundos, el proceso de implantación del sindicato CNT se aceleró de forma extraordinaria.  En 1919, tras los acuerdos acordados en el Congreso  de CNT celebrado en Sants un año antes, se fue difundiendo por Andalucía la nueva estructuración sindical, representada en el llamado Sindicato Único, que englobaría a todos los trabajadores de un mismo oficio para así acrecentar la eficacia de la lucha revolucionaria. En las zonas urbanas se implantarían estos sindicatos únicos, agrupados en federaciones locales; y el ámbito rural la agrupación se realizaría en Federaciones Comarcales.

La proclamación de la Segunda República en Abril de 1931 provocó un  gran número de cambios políticos que promovieron grandes expectativas de esperanza en la masa obrera, puesto que veían en el nuevo régimen el gran valuarte para la consecución de los objetivos que durante siglos se les habían negado. Pero esta euforia inicial poco a poco se iría apagando, sobre todo con el devenir de los acontecimientos y por la demora en la llegada de soluciones directas para el obrero. La política de CNT para el campo andaluz ya se definió en el Congreso Nacional celebrado en el mes de Junio de 1931, dos meses después de estrenarse el nuevo régimen democrático. El objetivo principal no era obtener tierras para los afiliados al sindicato cooperando con los postulados republicano-socialistas expuestos en el texto de la citada Reforma Agraria, sino que se pretendía preparar a la masa campesina para la revolución y para la experiencia anarcosindicalista. El proceso de implantación de este anarcosindicalismo de CNT en el campo andaluz llegó a ser un grave problema para el régimen republicano, hasta el grado de ser la espoleta que provocó la caída del gobierno Azaña en 1933 tras, los sucesos de Casas Viejas.

Según Cristóbal García, la provincia onubense experimentaría un gran auge, en valores absolutos, entre los años 1919, 1931 y 1932, pasando de 2.983 a 4.730 y a 14.995 afiliados respectivamente. La gran mayoría de los anarquistas de Huelva constituirían un grupo seguidor de las tesis de ángel Pestaña: los llamados sindicalistas y posteriormente treintistas. Los sectores más comprometidos con la ortodoxia anarquista (FAI) se ubicaban en la Cuenca Minera, y sobre todo en Nerva y en Salvochea. Aunque Riotinto y Zalamea la Real también aglutinarían un gran número de afiliados.

La organizadción de CNT en Zalamea la Real decir apareció en los primeros meses de la Segunda República, y en concreto en el mes de diciembre de 1931. El grupo  de anarquistas zalameños se englobarían en una sección del Sindicato comarcal, estructuración derivada del Congreso anarquista de Sants y que se denominaría a efectos legales como CNT. Sindicato Único de Trabajadores de Riotinto y su comarca. Sección Zalamea. El día 7 de diciembre de 1931 se constituiría de forma legal la sección zalameña del sindicato CNT, apadrinada por la sección de Nerva, tras la asamblea general celebrada dos días antes en la Plaza de Toros de la localidad. La primera ejecutiva del grupo de CNT de Zalamea la Real estaría formada por cinco miembros: José Pascual Fontenla, como Secretario1º; Cayetano Márquez Pérez, como Secretario 2º; Manuel Gómez Nogales como contador; y como Delegados al pleno del Comité del Sindicato, José Lazo Castilla y José Coronado Cuaresma; y su local social se ubicaría en la calle Clavel, 4.  A lo largo de 1932 habría dos cambios en la dirección; y en 1933 otros tres (entre cuyos nombres estarían, además de los anteriores,  José Caballero Palmar,  Enrique Caldera Merchán, José Caballero Contreras, Manuel Caballero Palmar,  Antonio González García, Ramiro Raigada Pablo, Francisco Caballero, Andrés Márquez y Javier Barrada). Después de estas fechas, apenas contamos con documentación al respecto. 

Pero el acontecimiento más importante de cuantos se produjeron con relación al movimiento anarquista de la Cuenca fue la visita de la dirigente anarquista Federica Montseny, que en su viaje realizado por Andalucía en el verano de 1932  tenia proyectado realizar una visita a la región minera onubense. En este ambiente de consolidación de los ideales anarquistas en la zona, la visita de Montseny entre los días 22 de julio y 1 de agosto del año 1932 marcaría un hito en el calendario ácrata local.

El día 22 de julio saldría de  la ciudad de Sevilla en dirección a Nerva, donde comenzaría su andadura por los pueblos de la Cuenca, a la que  llamó, al ver el panorama que ofrecían las explotaciones mineras y el duro trabajo que ejercían los obreros, el país de Sísifo. Su descripción de la Cuenca merece ser transcrita: ¡El país de Sísifo! Las cuencas mineras, kilómetros y kilómetros de tierraviolada, abierta a tajos: ruedos enormes como monstruosas plazas de toros. Los pueblos, sin un árbol, que el carbono mortal de las minas agosta como a los hombres, extienden sus agrupamientos en los bordes de las cortas, a los lados de las carreteras, junto a las vías férreas que conducen el mineral de las minas de Riotinto a Huelva. Sucesión fantástica de volcanes en reposo; enorme extensión de terreno policromado, sugiriendo a veces imagen de una superficie lunar, mostrada por el telescopio; tal pareció ante mi vista la comarca de Riotinto.

Las primeras visiones de Federica a tenor de la situación de los obreros de las minas no eran muy halagadoras. A su entrada en Nerva la describía como un contingente aterrador de tísicos. Es el trabajo brutal de las minas el mismo aire que se respira, cargado de gases, lo que destroza los pulmones, lo que ataca primero la pleura, después la caja torácica.

En los diez días de estancia en la Cuenca dio conferencias y mítines en nueve de ellos. Con esta   intensidad de trabajo  Federica intentó arrastrar a la gran mayoría de mineros hacia la militancia anarquista, sobre todo después del grave receso que había sufrido el sindicato a favor de UGT en época de la Dictadura de Primo de Rivera. El enfrentamiento directo entre entre la CNT y la UGT se puede comprobar en las palabras que Federica lanzó a los militantes ácratas en los numerosos mítines que dio en  los pueblos de la Cuenca. La acción obrera era muy diferente entre ambas entidades sindicales: los socialistas y los comunistas (cuya línea divisoria era difícil de determinar) esperaban poder llevar al gobierno hacia  un socialismo agresivo; los anarquistas, por su parte, veían que la alteración  del trabajo y el fomento del desorden ayudarían a conseguir el objeto de derrumbar la autoridad pública

La agenda le llevó a visitar la totalidad de los pueblos de la zona: el 23 de julio, conferencia en el teatro Victoria de Nerva; el 24, estancia en Salvochea por la mañana y doble conferencia en Zalamea por la tarde; el 25, charla en el Círculo del Valle (club social de la zona residencial de los ingleses, en Riotinto) y discurso vespertino en Campofrío, además de visitar el pantano de dicho lugar; día 26, nueva conferencia en Nerva y recorrido por las minas; día 27, visita minera, junto con los libertarios de Nerva; el 28, discurso en el Ateneo Libertario nervense; el día 29 dio un discurso en el Centro Obrero de UGT de Nerva en la inauguración de un retrato de Anselmo Lorenzo, no exento de crispación. Por la noche, tras visitar las grutas en Aracena, nueva charla en el Ateneo de Nerva; el 30 de nuevo volvió por Salvochea y Zalamea, donde dio sendas charlas; el día 31 sería clausurada por el Gobierno Civil su última charla en Nerva; el día 1 de Agosto, antes de salir para Sevilla, daría su última conferencia en Valverde del Camino.

De las dos visitas que Federica Montseny realizó a Zalamea la Real podemos destacar, por su intensidad y por su trascendencia, la que realizó el día 30 de julio. El día 27 del mes en curso, José Lazo, Secretario 1º del sindicato en Zalamea por estas fechas, solicitaba al Ayuntamiento el permiso necesario para celebrar un acto público (mitin o conferencia) el día 30 a las diez de la mañana y en la plaza de toros en el que hará uso de la palabra Federica Montseny. La conferencia de la mujer que habla se realizó tras su visita a Salvochea. Allí alabó el entusiasmo de sus mujeres y de su fervor ideal en la lucha contra los socialistas, modernos caciques de aquella comarca al servicio del capitalismo colonizador inglés, destacando el poderoso núcleo de militantes de CNT con que contaba el pueblo.

En Zalamea, el grupo era reducido, a tenor de las palabras de la líder anarquista, pero el mitin en la Plaza de Toros fue un verdadero éxito. La propia Federica Montseny realizó la descripción sobre aquel acontecimiento en un artículo: En Zalamea actúan valerosamente, en medio de la hostilidad general, un puñado de camaradas, luchando a brazo partido con los de la UGT, feudales del pueblo.Todas las calles llevan nombres socialeros: calle de Indalecio Prieto, de Julián Besteiro, de Carlos Marx, de Engels, de Largo Caballero, de Saborit, mezclados con los de Azaña y Alcalá Zamora. En Zalamea, en la Plaza de Toros desarrollé el tema “los traidores del proletariado”. Estaba colérica por el ambiente hostil del pueblo, por la risilla de los social-fascistas, contemplando el paso de camaradas venidos de diferentes pueblos de la comarca, con las manos en los bolsillos del pantalón. Di un ataque a fondo al socialismo, hablando con una rapidez vertiginosa, vomitando palabras como ni yo mismo sé. Historié sus traiciones, sus bajezas, su ruindad, los crímenes cometidos por ellos contra el pueblo español, atacando con violencia a la República. El delegado me interrumpía a cada paso. Pero caldeado el ambiente por mi fuego iracundo y por el sol que caía aún aplomado sobre la Plaza de Toros, el público se mostraba dispuesto a arrojarlo abajo de lo alto del tendido donde estaba instalada la tribuna. El pobre hombre, que no se había visto en un trance parecido, optó por callar, viendo que me servía, furiosa como estaba, no de contención, sino de estimulante. Terminó el acto sin más consecuencias y habiendo hecho lo que buenamente podíamos. González, por su parte, trinaba por una hoja que habían hecho circular contra él los socialistas, calumniándole miserablemente. Retó a los calumniadores a que probasen lo que decían  o a que dieran tan solo la cara y nadie dijo: Esta boca es mía. No llegamos, en Zalamea, a lo que nos ocurrió en la arboleda durante mi excursión por Vizcaya. Pero es terrible ver de que manera allí donde hay influencia socialista se castra el espíritu revolucionario del proletario y se consigue aborregar a los hombres.

El anarquismo zalameña volvería a tener cierta trascendencia social en la comarca durante los acontecimientos desarrollados en el país en el mes de octubre de 1934.

Federica Montseny, hija de padres anarquistas, llegó a ser la primera mujer en Europa que obtuvo una cartera ministerial cuando aceptó el cargo de Ministra de Sanidad y Asistencia Social en el gobierno de Largo Caballero, entre noviembre de 1936 y mayo de 1937, en plena guerra civil. Tras la guerra, se exilió a Francia.


José Manuel Vázquez Lazo.
Zalamea Republicana. Dip. Huelva. 2004

sábado, 14 de julio de 2012

Zalamea en el Privilegio Rodado del Reino de Castilla

Reconstruir la historia de una localidad como Zalamea la Real, a priori, no es tarea fácil para el historiador, teniendo en cuenta la ausencia de fuentes de información directa (escritas o arqueológicas) que nos muestren una imagen nítida de la villa en el pasado.  Los escasos vestigios hallados en el núcleo de población y en su término hacen que las lagunas se deban subsanar con el estudio de los procesos históricos desarrollados en localidades anexas. No será hasta bien avanzado el siglo XIII cuando se abran las puertas de la Historia a Zalamea, confirmándose fehacientemente la existencia de un núcleo poblacional en este lugar de tal importancia, que se usó como moneda de intercambio entre las dos grandes instituciones del momento: la Corona y la Iglesia. El elemento que mostrará este acontecimiento será el documento más importante emitido por la Cancillería Regia del Reino de Castilla durante la Edad Media: el Privilegio Rodado. 
En los diferentes archivos de la ciudad de Sevilla se conservan actualmente 82 privilegios rodados, fechados entre 1251, cuando se otorga a la ciudad el Fuero de Toledo; y 1435, el firmado por Juan II, donde se concede a la ciudad Arcos de la Frontera. Tres de ellos afectan directamente a la historia de Zalamea la Real: los emitidos por Alfonso X en 1279 y 1280; y el firmado por Sancho IV en 1284.
Pero contextualicemos el propio hecho histórico: tras la conquista de la ciudad de Sevilla a los musulmanes por parte del rey Fernando III el Santo, el monarca debía dotar a la ciudad de un territorio propio con el que proveerse de los recursos necesarios para su crecimiento. Todo ello se desarrolló en el marco del llamado Repartimiento de Sevilla. El repartimiento de las tierras entre los afortunados, además del agradecimiento que quería mostrar la Corona a sus colaboradores, tenía otros objetivos más importante: primero,  la repoblación de los lugares donados, teniendo en cuenta que gran parte de ellos estaban totalmente desiertos, y los que no, habían sido casi despoblados por el proceso bélico; y segundo, mantener a raya a los reyezuelos árabes que aún pululaban a lo largo de los límites fronterizos de las tierras conquistadas recientemente. Las Ordenes Militares fueron las encargadas de velar por la seguridad ante las continuadas incursiones musulmanas en la mayor parte de estas zonas limítrofes.
La Corona y la ciudad de Sevilla fueron las mayores beneficiarias en la primera etapa. La Iglesia hispalense, en pricipio, no obtuvo todos los beneficios propios de una institución de su calado: apenas unas rentas y muy pocos bienes. Habría que esperar hasta el año 1252 para que el arzobispado sevillano recibiera una dote de importancia: a través de un privilegio rodado fechado el 5 de agosto de 1252, y expedido por ruego del hermano del rey ( y primer arzobispo tras la reconquista de la ciudad), el infante don Felipe, el monarca entregaba a la iglesia todas las mezquitas sevillanas, a excepción de las tres que estaban en la judería y que fueron transformadas en sinagogas para el culto de la comunidad judía que residía en la ciudad.
Pero a partir de 1258 la situación cambiaría para bien de la Iglesia de Sevilla. El rey Alfonso X, como patrono de la institución eclesiástica, consideró oportuno dar toda la fuerza necesaria a la institución para que se consolidara. Así, su hermano dejaría la cabeza del episcopado para que el obispo de Segovia, Raimundo de Losana (o Losaña) -Don Remondo-, fuese nombrado Arzobispo de Sevilla. Una de las principales dotes de esta nueva etapa sería la cesión a la iglesia de la villa y castillo de Alcalá de Guadaíra, disgregados del concejo de la ciudad. Concesión que a la larga afectaría a la cesión de la tierra de Zalamea a la mitra hispalense.
El rey había estimado como lugares de poca importancia estratégica para la defensa del territorio las zonas cedidas a la Iglesia en los primeros años del arzobispado de Remondo. Pero pronto se dio cuenta de que la situación estratégica era de mayor importancia, sobre todo en la defensa del lugar de Alcalá de Guadaíra. Siguiendo a Manuel González Jiménez, los benimerines actuaron perpetrando incursiones en las tierras sevillanas hasta mediados de 1277. Las razzias afectaron gravemente a la zona del Aljarafe, y entre otras  localidades, una de las afectadas fue Alcalá. Alfonso X, a finales de ese mismo año, decidió intervenir personalmente en la zona, viendo cómo la Iglesia no podía hacer frente a la despoblación a la que estaba abocado el lugar y a la propia defensa de las tierras. Se ordenó por ello una nueva repoblación. Había que reforzar la frontera con el reino de Granada. Y para ello, las Órdenes Militares, que ya desde la rebelión de los mudéjares en 1264 estaban llevando a cabo los trabajos de repoblación y defensa de algunos lugares, se hicieron presentes en este ámbito. Cazalla, hoy Puebla de Cazalla, quedaría bajo la defensa de la Orden de Calatrava. En este contexto se llevaría a cabo una muy compleja operación de cesión y cambio de territorios entre la citada Orden Militar, el concejo de Sevilla y el Arzobispado Hispalense, a iniciativa del rey,  que afectarían directamente a Zalamea.
El 16 de diciembre de 1279 (1317 de la era hispánica), el Rey sabio emitía un Privilegio en el que intercambiaba Cazalla por Almonaster y Zalamea:  …damos por nos e por nuestros herederos a la iglesia de Sancta María de la noble cibdat de Seuilla e a don Remondo, arzobispo della, e a los que después dél uernán, e al cabildo desse mismo lugar,  el castiello e la villa que ha nombre Almonaster e el logar de dizen Çalamea. Este sería un privilegio rodado de Concesión puesto que, como su propio nombre indica, concedía a la iglesia Almonaster y Zalamea a cambio de Cazalla.
Pero el documento escondía un error burocrático que debió ser subsanado en los días venideros: el 15 de diciembre de 1279 (un día antes de la firma del privilegio), la Orden de Calatrava recibía la villa y castillo de Cazalla, que habían estado bajo tutela eclesiástica desde 1260, a cambio del lugar de Cerraja y los demás heredamientos que la Orden poseía en término de Alcalá de Guadaíra. Alfonso X no tuvo en cuenta este  hecho y el 11 de enero de 1280, a través de un nuevo privilegio el rey aprobaba la permuta realizada entre el cabildo de la Catedral y el concejo de Sevilla en virtud del cual el Alfonso entregaba a la Iglesia Cazalla (la Orden de Calatrava volvía a quedarse con el lugar de Cerraja) y a su vez el arzobispado cambiaba con el concejo hispalense por Almonaster y Zalamea. El escribano del concejo de Sevilla, Gonzalo Pérez fue el encargado de redactar la carta de intercambio; mientras que el encomendado a escribir el privilegio real de confirmación de trueque fue el escribano Johan Pérez, hijo de Millán Pérez. Este segundo privilegio ratificaba el anterior, una vez subsanadas las potestades jurisdiccionales de cada lugar intercambiado.
El 10 de agosto de 1284 Sancho IV, con el objeto de congraciarse con la ciudad y la iglesia de Sevilla, que habían sido fieles al rey sabio en las injerencias de su hijo Sancho en el acceso al trono emitía un nuevo privilegio donde recogía y ratificaba todos los privilegios emitidos por Alfonso X. Este privilegio, denominado de Confirmación, de nuevo recogía en su contenido la cesión de Almonaster y Zalamea a la Iglesia hispalense.  Durante 3 siglos (1279-1579) Zalamea estaría bajo la tutela arzobispal.
                                                                                           
   José Manuel Vázquez Lazo.
La provincia de Huelva. Historia de sus villas y ciudades. Zalamea la Real